En estos últimos días he traído a mi mente cada uno de mis momentos en este año. Gracias a Dios, al destino o a mis padres tengo una memoria fotográfica, característica que en ocasiones llega a ser una de mis mejores cualidades, y en otras, mi mayor condena, por lo que puedo recordar con precisión mi andar en este 2010 que está a punto de marcharse.
Contrario a lo que se podría pensar, este año más que ser un mal año, fue todo lo contrario. Lo puedo definir como un 2010 lleno de oportunidades, bendiciones, alegrías, enseñanzas, mucho aprendizaje, ¡demasiado aprendizaje! Ha sido el año en que más cercano, más unido he estado a mi familia, a mí mismo y eso es motivo de rememorar.
Debo confesar que a diferencia con otros años, éste ha sido muy fácil de recordar. El 2010 lo puedo contar antes y después de julio, antes y después del 15, antes y después del miércoles. En el antes viví con la advertencia que se mantuvo latente, presente desde que corrió enero y se cumplió a los seis meses; después, con mi libertad, conmigo mismo, como digo, con "mi mismo". ¡Ja!
Llegué a enero de este 2010 sobreviviendo a mi primer maratón "Guadalupe-Reyes". Muchos de ustedes saben que en 2008 hice una promesa de sobriedad, pero eso no fue impedimento para festejar cada noche de diciembre-enero, cumplir antojitos, caprichos y salidas, demasiadas salidas, y agradezco a mi cuerpo que haya llegado entero a la meta... bueno, ni tan entero, pero sí vivo.
La otra parte que le faltaba a mi cuerpo, mi alma, pude reencontrarla en febrero, exactamente el 14, aunque por ahí juran y escriben que fue el 16 y que por eso soy el peor de todos. El encuentro fue de improviso, fue la necesidad, fueron las ganas, fue el sentimiento verdadero del corazón y con el corazón.
En marzo, sin que lo planeara, me llegó el momento para tomar mis primeras vacaciones desde que había ingresado a laborar en la empresa en la que estaba. Fueron siete días muy ricos, cinco de ellos llenos de risas, abrazos y besos, por aquello del reencuentro con mi alma. Disfruté de "Alicia en el País de las Maravillas" en 3D, de muchos cafés y donas, de muchas pláticas, de mucha música y de noches eternas.
Los 25 me llegaron en abril. (Bien hice en nacer una noche de abril. Un martes. Un 30. A las 20:30. ¡DIOOOS! Soy tan tauro. ¡Jajajajaja!) En este 2010 cumplí 25 años, "el cuarto de vida", y aunque no hubo un festejo especial, la vida y mi alma me dieron regalos muy especiales y también muchos girasoles. Tengo que confesarlo, los nervios me invadieron y el revoloteo en el estómago se hizo presente cuando vi ese ramo de girasoles en mi trabajo como obsequio por mi nacimiento. En un momento me sentí como obligado a dar una explicación de tal detalle. Qué tonto.
Los días de mayo y junio transcurrieron lentos, pesados, sorpresivos. Cada día era pasmoso, así llegaba, con desconcierto, y el ánimo inquieto y desmotivado. Al siguiente mes se decidió que mi relación laboral con la empresa en la que me desarrollé profesionalmente en los últimos tres años tenía que llegar a su fin... y así fue. No lo voy a negar, dolió. Al principio sentí culpa, después la rabia me invadió, ahora puedo compartir que fue lo mejor, como en toda relación.
¿Cuál fue mi error? No ser quien no soy. Jamás me avergonzaré de ser quien soy.
Después del antes el recuento del año es más fácil y mucho más rápido. Recordé lo que es disfrutar de una rica comida sin la presión del tiempo y la obligación y pude concentrarme en un proyecto que dejé inconcluso hace cuatro años. A lo único que me entregué en los siguientes meses fue a la investigación y elaboración de mi tesis, una experiencia que jamás pensé que fuera tan satisfactoria. Verla hecha y empastada me hace sentir la misma alegría y el mismo orgullo que me invadieron el día que tomaron la foto de graduación de la universidad. Sin duda, el mejor regalo que me deja el 2010.
Un montón de posibilidades siento cerca de mí, tengo sueños, tengo anhelos, y lo más importante, tengo fe en que 2011 será el inicio de mi camino para cumplir mis propósitos y metas. Y contrario a muchos, no quiero olvidar este año porque, como reza la canción, me ha dejado cosas muy buenas.
Quiero dar gracias a la vida, que también me ha dado tanto. Quiero dar gracias a Dios, a la Virgen María y a San Judas Tadeo por escuchar mis plegarias. A mis padres, que siempre están a mi lado, que no me dejan, no me sueltan. Gracias a ellos por haber sido mi ancla cuando tuve que brincar del barco, por confiar y creer en mí y tratarme como lo que soy: el consentido de la familia. ¡Jajajajaja! También gracias a mis amigos, por estar, y gracias a mi alma, por complementar la mía.
Les deseo a cada uno de ustedes un feliz año nuevo, que sea próspero, que venga lleno de amor, de mucha salud y también de muy buena salud, que colme su hogar de bendiciones, alegrías y éxitos. Recuerden que el mejor motor es la fe. No olviden que el cielo es el límite.